Historias:
La puerta de un sueño
Había una vez… cuando realmente valía la pena abrir una puerta hacia otro mundo.
Había una vez… cuando realmente valía la pena abrir una puerta hacia otro mundo.
Ahora
ya solo recuerdo algunas cosas de niño, recuerdo algunas cosas que me gusta recrear
y otras que me gustaría olvidar, pero aquellos recuerdos también forman parte
de mí. Recuerdo haber creado muchos mundos distintos cuando era pequeño, no
llegue a tener un amigo imaginario pero si creé batallas en la arena de alguna
construcción o alguna carrera de autos en la vereda de mi parque. Una de las
memorias más extraña era cuando decidí cavar en mi jardín, estaba seguro que
encontraría un tesoro en él, pensaba que alguien, antes que mi familia se mude
a esa casa, se había tomado la molestia de dejar alguna pieza que pueda ser un
tesoro para alguien, por tesoro no me refiero a oro ni dinero, me refiero a un
objeto que se pueda descubrir en el lugar menos imaginable. Luego entendí que
mi madre tenía razón en ese entonces, no hallé nada más que uñas llenas de
tierra.
Algunos
años después, mi jardín se convirtió en un piso de concreto y solo quedó una
pequeña hilera de tierra donde se plantaron algunas rosas que era invadida por
hierba mala que ya luego obligado por mi madre me tocaba sacar, al parecer al
final mi sueño de sacar algo de la tierra se llegó a cumplir.
Recuerdo
también que de niño soñaba, y soñaba mucho. Cuando estaba a solas con mi madre
le contaba algunos de mis sueños, cuando estaban mis hermanos no me atrevía si
quiera a mencionarlos porque ellos ya eran adolescentes y ya habían pasado por
esa etapa así que solo se hubieran burlado de mis fantasías absurdas, o tal vez
no.
Los Sueños.
¿Qué
es soñar? Me lo he preguntado varias veces, y es que he vuelto a usar esta
palabra “soñar”. Cuando era niño mi madre me decía “acuéstate y sueña con los
angelitos”, no recuerdo haber soñado con ellos ahora que intento recordar, pero
si soñé muchas otras cosas: soñé con viajes, soñé que era jugador de futbol
(amaba el futbol de niño), soñaba con comida (dulces en realidad para ser
honesto), soñé que era estrella de cine; también tuve pesadillas. Soñé con
vacaciones eternas, con un PlayStation, soñé que las noticias malas que veía se
convertían en solo noticias buenas, soñé que era músico, etc. Soñaba muchas
cosas pero no recuerdo haber soñado nunca con dinero, aunque tal vez algunos de
esos sueños me condujera a ello. Los años pasaron, y no recuerdo en qué momento
dejé de soñar con historias fantásticas. Cuando llegó la secundaria y antes de
que me diera cuenta ya estaba viviendo en ese mundo que todos los adultos te
recomiendan evitar, digo esto porque de niño siempre decía “ya quiero ser
grande para trabajar, irme de la casa, casarme, etc.” y siempre los adultos me
decían que no sabía de lo que hablaba, debía disfrutar aquellos años porque
luego sería más difícil, y ¿saben qué? era cierto, debí disfrutar más aquellos
años de mi niñez.
Acabo
de releer el párrafo anterior y me doy cuenta que me desvié un poco de la
pregunta, pero aún no termino el desorden para volver y responderla; Creo que
al entrar a secundaria dejé de lado muchas cosas, en el colegio pase por varios
momentos de felicidad, pero también momentos de lucha con mi yo interior. Creo
que esto nunca lo conté pero hubo un año en que algunos días soñaba con
desaparecer, dejar de existir y de vivir un mundo del que solo deseaba ser
ajeno, aunque aún existen esos momentos, ya me siento más preparado para
detenerlos y analizarlos, aunque para ser honesto, aún no los entiendo.
“Soñar”,
aquí voy de nuevo. Ahora
que me pongo a analizar la situación, cuando era niño lo relacionaba con el
poder imaginar y conseguir algunos anhelos que tenía. Estos sueños no
necesariamente los iba a vivir, ya que se daban cuando cerraba los ojos y mi
subconsciente era el encargado de recrear esos deseos en imágenes fantásticas
que tenían un tiempo de caducidad al apenas despertar; ahora todo eso está
claro, pero ahora vuelvo a los 29 años
que tengo y donde la palabra soñar ya no debería ser usaba y más bien ser
reemplazada por las palabras “metas” u “objetivos” porque soñar ya solo se
puede relacionar con la fantasía, ya no está permitido creer en fantasías según
el ritmo de vida en el que nos ha tocado de vivir, sin intentar encontrar un
culpable, simplemente no hay tiempo para eso.
Si
bien es cierto que el sueño de cambiar el mundo que tenía de pequeño fue
aplastado por una adolescencia inmadura creyente de ser la dueña de una única
realidad, donde no hubo tregua ni negociación, simplemente se embaló y partió
dentro de la caja de juguetes que toco deshacer; también es cierto que he
decidido volver a utilizar la palabra soñar, sin importar lo que pueda
significar para algunos.
¿Por
qué tener que dejar de soñar de grandes?, más bien ¿por qué permitimos creer
que debemos dejar de soñar?, cuando éramos niños podíamos crear un mundo mejor
cuando cerrábamos los ojos para dormir, pero ahora que somos grandes podemos
soñar con los ojos abiertos, podemos crear un mundo mejor y no solo para uno
mismo sino para todos. Está claro que no es tan sencillo como cerrar los ojos e
imaginarlo pero ahora podemos construirlo, tenemos un cuerpo que tiene
facultades increíbles y del cual nunca dejaremos de descubrir nuevas
cualidades, somos capaces de levantar edificio hasta el cielo, de cruzar el planeta
volando o navegar en el mar, somos expertos para hacer que lo imposible sea posible.
Si
las reglas me dicen que es imposible pues yo lo haré posible, una de las
definiciones de soñar dice “imaginar que
las cosas son distintas a como son en realidad”, pues imagino un mundo
donde todos somos felices, donde los niños no tienen que trabajar ni dormir en
la calle, donde las mujeres no son violadas y asesinadas, donde las personas se
dan la mano sin importar las banderas, donde las religiones aceptan a todos sin
excluir orientaciones, donde no existen invasiones por guerras sino excursiones
por olimpiadas de deportes, donde no se roben ilusiones sino sonrisas, donde
simplemente todos seamos igualmente felices.
Hace
algunos años volví a pensar en aquel sueño que tenía de pequeño, que este mundo
sí puede ser mejor. Este un mundo para valientes y para los locos que así lo
creen, para aquellos que no temen decir lo que piensan y lo que sienten. Quiero
trascender con consecuencias positivas, quiero contagiar este virus que he
contraído porque aún somos pocos los que lo creemos, pero esta es nuestra
oportunidad para decirlo sin miedo, solo tenemos una vida para intentarlo, por
qué no hacerlo, o más bien, hay que hacerlo.
Estoy seguro
que esto que siento ahora no es la creación de un nuevo mundo que tiene que
dejar de existir cuando ponga el punto final, un mundo mejor sí es posible. No
pondré punto final en este párrafo para que me creas, he decidido volver y
seguir soñando, y con los ojos bien abiertos
(Tiempo que no
escribo, no sé qué tal lo he hecho pero a veces me provoca escribir y dejar
pistas por si en el algún momento pierdo la brújula)
Comentarios